En clase de filosofía del derecho.

(Mi mesa de estudio en llamas).


Facultad de derecho. Aula 20. 11:45 a.m.

Estoy en clase de filosofía del derecho. Entre tanto derecho justo, Hans Kelsen, axiología jurídica y criterios de fundamentación del derecho, me siento feliz como una perdiz.
Además de que estoy con mi asignatura favorita (es una bazofia, pero comparada con otras asignaturas ésta es como la gloria bendita) estoy en una de mis aulas favoritas, la 20. Es de foro. De las guays, con maderita y eso. parece que estamos en la época de cuentame dando clase. Los peinados de los pijos también ayudan a la ambientación. Enn estas clases puedes sentarte donde quieas sin que andie te moleste.
las ventanas dan a una pequeña parte del párking. Se ven charcos y un par de árboles. Y por supuesto, presidiendo la bucólica estampa otoñal: la escalera de incendios color rojo que te lo cojo, hogar de fumatas varios. Ahora hay un par de chonys fumandose lo que parece un cigarrillo, per vete tú a saber lo que es eso, que luego te acercas y huelen a herbolario.
Yo suelo sentarme en el lado izquierdo sola. Despliego mi carpeta, mis papeles, las gafas, mis bolis y las fotos de la sori, y ya estoy lista para escuchar el sermón. Si es que soy sencilla hasta para eso.
Delante mía hay tres chicas alternativas. Detrás un par de pijos que no paran de decir que esta clase es horrible y que no piensan volver porque no entienden nada. Yo tampoco entiendo nada, pero no por eso voy a dejar de acudir a una clase que es como una ducha de agua fresca para mi alma. Como un bálsamo para mis heridas irritadas por la sal. Porque esta clase hace que la inteligencia que permanece en mí y que se esconde del conocimiento tridimensionalista del derecho, salga y entonces me entero y me fundo con mi enemigo mortal desde hace 6 años en un abrazo que yo pretendo que sea eterno, pero que dura lo que duran las treguas.

son las 12:05. faltan 25 minutos para que acabe esta maravilla de clase, que debería ser eterna como el alma. No me encuentro demasiado bien, la verdad, y todo porque esta mañana ha venido a mi útero el dolor de la muerte (death pain). Sin avisar encima. Créí que del dolor me pondría a parirme a mí misma en el metro. A ver si voy al ginecólogo un día de estos porque a este paso no creo yo que llegue a la treintena (ni a los 25) (ni a los 24). Vaya dolor de parto. Qué digo yo dolor de parto!, al lado del dolor de la muerte femenino, parir debe ser como un masaje tailandés dado por jesús vázquez con aromaterapia. Me está doliendo otra vez. ¿me moriré aquí? ¿me moriré en el aula 20?. me imagino al SUMMA diciendo: "mira qué chica tan aplicada que se ha muerto de dolores menstruales en clase".

Acabo de divisar dos filas adelante a un pijo que se parece a Mario Conde ¿será su hijo? Oh my god, la pija de detrás de Mario Conde júnior ha sacado un catálogo de mango y se ha puesto a mirarlo delante del profesor. Mírala, esa sí que sabe. Es que los pijos saben cómo vivir. Su única preocupación es la de mantener el equilibrio sobre los taconazos para no rodar escaleras abajo, aquneu siempre tendrán sus dientes como freno de emergencia.

Acaba de sonar el timbre. La clase ha terminado, y con ella esta interesante reflexión.


1 comentario:

Anónimo dijo...

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