De aquí a la eternidad



Hay veces que me dan pensamientos macabros relacionados con la vida de la sori antes de que viniese a vivir con nosotros. Me da por imaginar que durante su primer mes de vida, cuando vivía con la familia con la que nació, la trataban mal. No puedo soportar pensar que no la tapaban por las noches, que le daban de comer jamon de york barato, y lo peor...¡que le cortaron el rabito!. Malditos. Eso no se lo perdonaré mientras viva.
Además imagináos qué trauma soril debió ser el que le dijeran delante de ella que la iban a vender!!, madre mía, me pongo enferma, se me revuelve en el estómago el turrón entero que me comí de piña.
Pero si es que...ni siquiera la desparasitaron!, (me está dando un síncope). Y luego, cuando la vendieron, seguramente por mil quinientos denarios, cual esclava en la Roma clásica, habitó una deprimente jaula rodeada de gatos babosos que metían sus patas en la jaula soril con la clara intención de producirla lesiones de más de un primer tratamiento médico.
Hay veces que pienso qué hubiese sido de ella si mi padre y mi abuela no se hubiesen conmovido de esa pequeña chihuahua-pinscher hecha una bolita tiritona rodeada de dos gatos recién nacidos, pero que en el mundo soril debían parecer tigres de bengala, y la hubiesen adoptado.
Seamos realistas, la sori tenía un 99% de posibilidades de caer en manos de una señora mayor que la pondría de nombre Canela, que es el nombre más ordinario que hay en el mundo para una perra, que la llevaría a la iglesia el día de los animales para que el cura la bendijese (encima la sori que es atea), que la haría feísimos trajes de lana, que la daría de comer las sobras de su comida y que la compraría una chapa con la inscripción: "tenemene fucia et revo cameadomnum et viventium in aracallisti" que es algo así como: "detenedme si escapo y devolvedme a mi dueño".

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