Musa inspiradora de tantas aventuras



Cual Pantocrátor dentro de su almendra mística

Ya sabéis, que yo soy muy dada a eso tan underground que son los ídolos. Sin embargo mi irreductible personalidad me impide seguir pautas de comportamiento impuestas por otras personas. Quiero decir que yo puedo admirar mucho a alguien pero jamás me vestiré ni me peinaré ni actuaré como esa persona.
Sin embargo, he de decir que alguien ha llegado a mi vida como un torbellino trastocando mi ya de por sí débil estabilidad. No se trata de ningún cantante-actor/actriz-salvador/a de monos como cabría esperar. No. Se trata de la mujer que podéis ver en las imágenes pertenececientes a otro vídeo que tenía por ahí de Jane Fonda.
Vivo atrapada en una extraña trampa anacrónica que me hace pensar, a lo Jorge Manrique, que cualquier tiempo pasado fue mejor, y que no hay cosa que me haga más feliz que volver atrás. Por eso cuando vi a esta mujer con ese pelo, ese look tan ultracool, como una aglomeración de todo lo que para mí es bonito, original y divertido, me dio un flus.
Quiero ser como ella. Ya me imagino con ese bañador (o lo que sea) paseando por las playas de Mojácar marcando tendencia. Y si no encuentro el suyo (porque encontrar algo así debe ser complicado de cojones), el que lleva la china de al lado tampoco está nada mal. Eso sí, para ponerme el de la china tendré que adelgazar, que ese estampado de vaca no puede convertirme en una ídem.
Y es que me encanta la estética.
Una de las grandes ilusiones de mi vida era confiar en que mis duras facciones dieran los preciosos claroscuros que Helmut Newton plasmaba en sus fotos, pero como no pudo ser, ahora me ilusiono pensando que puede que algún día mi fotógrafo favorito Steven Meisel se fije en esa extraña chica vestida rara que camina junto a una perra por la playa.
Él no lo sabe, pero habrá encontrado una aguja en un pajar.

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