Mi calle convertida en un río


Ha sido una norche muy larga. Sobre la 1,30 empezó a caer una granizada tremenda que arrancó ramas de los árboles y que caían con tanta fuerza que tuvimos que bajar las persianas para que no rompiesen los cristales. El cielo parecía una discoteca de los años 80 con tanto rayo. Y al final, cuando paró, todo era ruidos de la sirena de bomberos y ambulancias.

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